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Saturday, November 10, 2012

Brisbane y Macondo

Y venia huyendo del sabor dulce y amargo del de la sonoridad politica del tambor que recorde desde ninho en mis soledades sin cuento escondidas en las esquinas de la casa de la Mama Rosa, la madre de mi abuela en cuya cama amanecia todos los dias de mi infancia antes de dejarla cuando cumplidos 7 anhos, los muertos, que se convertian en la fascinacion de ninhos, donde la supersticion a la guerrilla que con rigor nos querian imponer, nos entrego a un mundo que buscaba la paz o la utopia de la rendicion.

Casi 20 anhos despues tube otra oportunidad de re-encontrarla, ahora su nombre era Marcela. La vi caminar hacia mi, ya sabia que era Colombiana y cada paso sentia el calor y el olor de Macondo, los delirios imaginarios en mis fiebres en la selva Mexicana en la Tandona y trate de escapar, no queria verla, pues me abria camino a mis memorias akashicas como decia mi madre.

Las matematicas me habia hecho confundir la realidad con la imaginacion y no sabia si esta mujer habia sido un despojo de aquellos escritos embrujados a  manos de Freire, Boff, el Gabo o el Che... Queria olvidar a Melquiades, a Romero, a Marcos, al tio Fabio y al abuelo... Solo sabia que tenia que terminar mi obra, un punto o una coma en la literatura social que, por fortuna (aunque muchos lo contradicen) me toco vivir y ella, Marcela, traeria ese aleph como tornasol que ilumina y proteje.

En sus ojos, casi sin saberlo, habian reflejos del Bogotazo, de las matanzas bananeras y las ballenas, delfines y monos trepando los edificios de la ciudad Australiana.  que al fin y al cabo todo esta unido.

Combativa, se instauro en mi vida. Reboltosa y revolucionaria me invito a un exilio, a huir de mis deseos en un pais de pleno consumismo, me confundio al principio, pero depues me deje llevar por sus insondable narraciones, fabulas sin fin y las memorias idealisadas de America Latina que mi abuelo sonho, pero una bala efimera mato un suenho, pero no una semilla.

La fuerza desatada de su vision la llevo a vivir junto a mi. Rompio muros, taladro barrera por mi impuestas... y anclando su barco de suenhos, me invito a sonhar.

Viviamos entre bibliotecas, salas de lectura, ventas de libros y nos veian cargar mas libros que comida en los trenes. Con su humor costenho colombiano que heredo de la poesia, y con fuerza de leona parida me dijo viendome a los ojos: "si nos ven con cara de lastima, dejalos, que piensen que no llevamos comida sino libros a la casa".

Yo, en ese momento reconoci a mi Maestra, sus cronicas y registros de como absorbia la vida me enamoraba cada momento mas y mas. 

No fueron 100 anhos, solo un apice, pero 10 anhos de soledad con un remolino de vallenatos tratando de discernir ese mensaje andino en las manos suaves de esta mujer a quien, en realidad, yo no se si hice mia, pero, tengo que confesar, si me hizo suyo...

Te dedico un fragmento, amada mia, del poeta romántico colombiano José Manuel Marroquín quien se burlo de la retórica “clasiquina” de los poetas arcádicos del XVIII:
Ahora que los ladros perran,
ahora que los cantos gallan,
...
y que los rebuznos burran,
y que los gorjeos pájaran
y que los silbos serenan
y que los gruños marranan
...
Tú en tanto duerma tranquiles
en tu rega camalada
ingratándote así burla
de las amas del que te ansia
¡Oh, ventánate a tu asoma!

Asi me ensenhaste a burlarme de mis miedos y fantasmas... 

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