El imaginario social - Portal Libertario OACA:
Entendemos por imaginario social, término que se usa habitualmente en
las ciencias sociales, un concepto creado para designar las
representaciones sociales en sus instituciones. No pocas veces, puede
considerarse a este concepto con el mismo significado de mentalidad,
cosmovisión, conciencia colectiva o ideologÃa. Para Cornelius
Castoriadis, autor que se considera que ha dado un significado moderno
al concepto que nos ocupa, las instituciones sociales y la posibilidad
de transformación no se explican únicamente por causas materiales (tal y
como sostienen los marxistas más deterministas), sino que tiene un
papel importante el imaginario social.
Toda sociedad existe según un doble modo: el modo de "lo instituido",
una serie de instituciones con un cierto grado de estabilización, y el
modo de "lo instituyente", que viene a ser la dinámica que lleva a la
transformación social.
Para Castoriadis, existe una institución imaginaria de la sociedad, que estarÃa formada por tres términos:
-Institución: es decir, la sociedad no es natural, sino obra de la
acción humana; la acción del ser humano está marcada por un propósito y
mediatizada por un sistema simbólico, por lo que se trata de un proyecto
irreducible al comportamiento animal y tampoco a simples causas (para
comprender el proyecto social, hay que hablar más de razones que de
causas).
-Imaginario: cuando decimos que dicha institución es imaginaria
significa, en primer lugar, que se trata de un fenómeno del espÃritu y,
en segundo lugar, que las significaciones y valores que condicionan la
sociedad son inventadas por los seres humanos; debe ser puestas, por
ello, en relación con una capacidad de creación (por lo tanto, las
significaciones sociales no son naturales y tampoco enteramente
racionales).
-Sociedad/socia: cuando decimos que el imaginario es social significa
que los fenómenos que lo constituyen no son reducibles a lo sÃquico e
individual; la institución de la sociedad no es obra de ningún individuo
o grupo de ellos en particular, sino de un colectivo anónimo e
indivisible, que trasciende a las personas y se impone a ellas; este
imaginario social provee a la sique de significaciones y valores, y a
los individuos les da los medios para comunicarse y las formas de
cooperación.
AsÃ, para Castoriadis una sociedad es un conjunto de significaciones
imaginarias sociales encarnadas en instituciones a las que animan.
Castoriadis concibe los fenómenos sociales e históricos partiendo del
espÃritu humano, lo que le aparta de toda interpretación naturalista o
materialista. Las significaciones imaginarias serÃan constitutivas del
ser mismo de la sociedad y de la historia; un espÃritu objetivo, en
palabras de Hegel. Pero Castoriadis realiza una propuesta original de
ese espÃritu objetivo al introducir la noción de imaginario; las
manifestaciones sociales e históricas quedarÃan agrupadas bajo la
expresión de imaginario social. AsÃ, la potencia creadora de las
sociedades descansarÃa, no solo en individuos excepcionalmente dotados,
sino en las plenas realidades culturales e históricas. La imaginación no
es meramente reproductora o superficialmente fantasiosa (por lo que
serÃa una imaginación secundaria), sino que también existe una profunda y
creativa (el imaginario radical). Por otro lado, frente a una visión
excesivamente intelectual y estática, las significaciones sociales
tienen un notable valor afectivo e intencional; de esta manera, el
imaginario social no supone solo una visión del mundo, ya que se
caracteriza por un impulso vinculado a una expectativa y a una
intención, asà como por una tonalidad afectiva dominante.
Con frecuencia, se condena desde la filosofÃa la imaginación haciendo
de ella la fuente de todo error e ilusión. Sin embargo, tal y como la
concibe Castoriadis, la imaginación no se enfrenta a lo real y se le
otorga un papel constructivo y positivo; para este autor, el imaginario
es el propio elemento en el cual y por el cual se despliega lo social e
histórico. La realidad humana no estarÃa nunca determinada, sino que
tendrÃa dos dimensiones; una racional y otra imaginaria. El sentido
ontológico de Castoriadis descansa, obviamente, sobre una precedencia de
lo social frente a lo individual, pero dando entrada a la existencia de
la autonomÃa individual; otro gran valor de la visión de este autor es
su negación de todo reduccionismo, dejando lugar para la pluralidad
social y la diversidad de expresiones culturales.
De hecho, Castoriadis no promueve ejercitar la imaginación y sà el
llevar a la práctica la autonomÃa. El imaginario no es un concepto
polÃtico, sino teórico, surge espontáneamente del ámbito de lo
socio-histórico, antes de ser recuperado o pensado explÃcitamente como
acción creadora. Una idea fundamental del pensamiento polÃtico de
Castoriadis es que la práctica precede siempre a la teorÃa y los
proyectos polÃticos sólo se sostienen si recuperan y prolongan lo que ya
está germinando en la realidad efectiva. Dentro del proyecto de
autonomÃa, se trata de liberar la potencia del imaginario para
rentabilidar su capacidad creativa; una herencia kantiana en Castoriadis
es la idea de un doble juego, en el ámbito creativo de las formas
culturales, entre los resultados de la imaginación creadora y las reglas
de la razón.
Entendemos por imaginario social, término que se usa habitualmente en
las ciencias sociales, un concepto creado para designar las
representaciones sociales en sus instituciones. No pocas veces, puede
considerarse a este concepto con el mismo significado de mentalidad,
cosmovisión, conciencia colectiva o ideologÃa. Para Cornelius
Castoriadis, autor que se considera que ha dado un significado moderno
al concepto que nos ocupa, las instituciones sociales y la posibilidad
de transformación no se explican únicamente por causas materiales (tal y
como sostienen los marxistas más deterministas), sino que tiene un
papel importante el imaginario social.
Toda sociedad existe según un doble modo: el modo de "lo instituido",
una serie de instituciones con un cierto grado de estabilización, y el
modo de "lo instituyente", que viene a ser la dinámica que lleva a la
transformación social.
Para Castoriadis, existe una institución imaginaria de la sociedad, que estarÃa formada por tres términos:
-Institución: es decir, la sociedad no es natural, sino obra de la
acción humana; la acción del ser humano está marcada por un propósito y
mediatizada por un sistema simbólico, por lo que se trata de un proyecto
irreducible al comportamiento animal y tampoco a simples causas (para
comprender el proyecto social, hay que hablar más de razones que de
causas).
-Imaginario: cuando decimos que dicha institución es imaginaria
significa, en primer lugar, que se trata de un fenómeno del espÃritu y,
en segundo lugar, que las significaciones y valores que condicionan la
sociedad son inventadas por los seres humanos; debe ser puestas, por
ello, en relación con una capacidad de creación (por lo tanto, las
significaciones sociales no son naturales y tampoco enteramente
racionales).
-Sociedad/socia: cuando decimos que el imaginario es social significa
que los fenómenos que lo constituyen no son reducibles a lo sÃquico e
individual; la institución de la sociedad no es obra de ningún individuo
o grupo de ellos en particular, sino de un colectivo anónimo e
indivisible, que trasciende a las personas y se impone a ellas; este
imaginario social provee a la sique de significaciones y valores, y a
los individuos les da los medios para comunicarse y las formas de
cooperación.
AsÃ, para Castoriadis una sociedad es un conjunto de significaciones
imaginarias sociales encarnadas en instituciones a las que animan.
Castoriadis concibe los fenómenos sociales e históricos partiendo del
espÃritu humano, lo que le aparta de toda interpretación naturalista o
materialista. Las significaciones imaginarias serÃan constitutivas del
ser mismo de la sociedad y de la historia; un espÃritu objetivo, en
palabras de Hegel. Pero Castoriadis realiza una propuesta original de
ese espÃritu objetivo al introducir la noción de imaginario; las
manifestaciones sociales e históricas quedarÃan agrupadas bajo la
expresión de imaginario social. AsÃ, la potencia creadora de las
sociedades descansarÃa, no solo en individuos excepcionalmente dotados,
sino en las plenas realidades culturales e históricas. La imaginación no
es meramente reproductora o superficialmente fantasiosa (por lo que
serÃa una imaginación secundaria), sino que también existe una profunda y
creativa (el imaginario radical). Por otro lado, frente a una visión
excesivamente intelectual y estática, las significaciones sociales
tienen un notable valor afectivo e intencional; de esta manera, el
imaginario social no supone solo una visión del mundo, ya que se
caracteriza por un impulso vinculado a una expectativa y a una
intención, asà como por una tonalidad afectiva dominante.
Con frecuencia, se condena desde la filosofÃa la imaginación haciendo
de ella la fuente de todo error e ilusión. Sin embargo, tal y como la
concibe Castoriadis, la imaginación no se enfrenta a lo real y se le
otorga un papel constructivo y positivo; para este autor, el imaginario
es el propio elemento en el cual y por el cual se despliega lo social e
histórico. La realidad humana no estarÃa nunca determinada, sino que
tendrÃa dos dimensiones; una racional y otra imaginaria. El sentido
ontológico de Castoriadis descansa, obviamente, sobre una precedencia de
lo social frente a lo individual, pero dando entrada a la existencia de
la autonomÃa individual; otro gran valor de la visión de este autor es
su negación de todo reduccionismo, dejando lugar para la pluralidad
social y la diversidad de expresiones culturales.
De hecho, Castoriadis no promueve ejercitar la imaginación y sà el
llevar a la práctica la autonomÃa. El imaginario no es un concepto
polÃtico, sino teórico, surge espontáneamente del ámbito de lo
socio-histórico, antes de ser recuperado o pensado explÃcitamente como
acción creadora. Una idea fundamental del pensamiento polÃtico de
Castoriadis es que la práctica precede siempre a la teorÃa y los
proyectos polÃticos sólo se sostienen si recuperan y prolongan lo que ya
está germinando en la realidad efectiva. Dentro del proyecto de
autonomÃa, se trata de liberar la potencia del imaginario para
rentabilidar su capacidad creativa; una herencia kantiana en Castoriadis
es la idea de un doble juego, en el ámbito creativo de las formas
culturales, entre los resultados de la imaginación creadora y las reglas
de la razón.
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